El nacimiento de Venus (1863) Alexander Cabanel
Este tema, que tuvo mucho éxito en el siglo XIX, proporcionará a Cabanel la oportunidad de llegar al erotismo sin escandalizar al público, gracias a la coartada de un tema clásico. Así la mitología le servirá de pretexto para pintar este desnudo, cuya idealización no excluye la sensualidad.
El escritor Emile Zola denunció la ambigüedad de esta representación: “La diosa, ahogada en un río de leche, parece una deliciosa ramera, no en carne y hueso – esto parecería indecente – sino en una especie de mazapán blanco y rosa”.
El Nacimiento de Venus de Alexander Cabanel fue uno de los grandes éxitos del Salón de 1863 donde fue adquirido por Napoleón III para su colección personal.
Alexander Cabanel, reconocido pintor académico, desempeñaba entonces un gran papel en la enseñanza de Bellas Artes y en la dirección del Salón. Su virtuoso dominio de la técnica hace que esta pintura sea un ejemplo perfecto de la pintura que gustaba entonces, tanto al público como a las instancias oficiales. En el espíritu ecléctico del Segundo Imperio, Cabanel mezcla referencias a Ingres y a la pintura del siglo XVIII. Reutiliza el famoso episodio de la mitología clásica en la que la diosa del amor, Venus, al nacer fue depositada en una playa por la espuma del mar.
Alexander Cabanel, reconocido pintor académico, desempeñaba entonces un gran papel en la enseñanza de Bellas Artes y en la dirección del Salón. Su virtuoso dominio de la técnica hace que esta pintura sea un ejemplo perfecto de la pintura que gustaba entonces, tanto al público como a las instancias oficiales. En el espíritu ecléctico del Segundo Imperio, Cabanel mezcla referencias a Ingres y a la pintura del siglo XVIII. Reutiliza el famoso episodio de la mitología clásica en la que la diosa del amor, Venus, al nacer fue depositada en una playa por la espuma del mar.
Este tema, que tuvo mucho éxito en el siglo XIX, proporcionará a Cabanel la oportunidad de llegar al erotismo sin escandalizar al público, gracias a la coartada de un tema clásico. Así la mitología le servirá de pretexto para pintar este desnudo, cuya idealización no excluye la sensualidad.
El escritor Emile Zola denunció la ambigüedad de esta representación: “La diosa, ahogada en un río de leche, parece una deliciosa ramera, no en carne y hueso – esto parecería indecente – sino en una especie de mazapán blanco y rosa”.
Sin embargo, ese mismo año (1863) el cuadro de Edouard Manet titulado Olympia provocará un gran escándalo.
El tema de ambos cuadros es el mismo: una mujer desnuda. Pero la tranquila confianza con la que la mujer real de Manet mira al espectador, resultará mucho más provocadora que la pose erótica de la Venus de Cabanel.
El tema de ambos cuadros es el mismo: una mujer desnuda. Pero la tranquila confianza con la que la mujer real de Manet mira al espectador, resultará mucho más provocadora que la pose erótica de la Venus de Cabanel.
Olympia (1863) Edouard Manet
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