jueves, 23 de enero de 2020

La Princesa malagueña de Kapurthala

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A principios del siglo XX, el maharajá de Kapurthala conoce a una joven artista malagueña y sin apenas dudarlo, le propone matrimonio. Es la sorprendente historia de Anita Delgado (1890-1962) que en plena juventud, dejó el mundo de los cuplés en la noche madrileña para casarse con el maharajá de Kapurthala. 


Maharadjah de Kapurthala

Apenas contaba dieciséis años, cuando con motivo de las celebraciones por la boda del rey Alfonso XIII en 1906 en Madrid, de camino al Palacio Real el rajá Jagatjit Singh de Kapurthala se fijó en Anita. Un auténtico amor a primera vista; el rajá iba en un impresionante carruaje, portaba numerosas joyas, turbante y apenas desvió la mirada de la joven malagueña al verla.

Unos días después, uno de sus asistentes se presentó ante Anita con una propuesta de matrimonio.



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Dos años después se casarían por lo civil en París y se trasladaron a vivir a Bombay, el viaje más decisivo de su vida. No le importó a Anita que el Rajá ya tuviera otras mujeres y varios hijos, o el hecho de tener que renunciar a sus raíces y empezar de nuevo en un país tan diferente al suyo.



Tras su boda, se convirtió oficialmente en la esposa del Maharajá de Kapurthala. El matrimonio viajaba con frecuencia a Europa y despertaba siempre la curiosidad de los fotógrafos, llevando una vida lujosa repleta de recepciones, viajes y estricto protocolo.

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Durante esos años, la malagueña escribió un diario que acabaría publicándose con el título de: "Impresiones de mis viajes a la India". Finalmente, Anita acabó separándose del Maharajá y abandonó la India, regresando de nuevo a Europa, donde se relacionó con intelectuales y personalidades destacadas de la época.

Moriría en Madrid en 1962 y el legado de sus escritos, fotografías y documentos le sirvieron a Elisa Vázquez de Gey para documentar su biografía, que a su vez inspiró al escritor Javier Moro, autor de la novela "Pasión india".


Los maharajás de la India hacían gala de una demostración extravagante de tesoros y posesiones que les hacía vivir en un mundo aparte. En sus edificios atesoraban carísimas alfombras, delicadas porcelanas, piezas de jade, ámbar y grandes cantidades de marfil. 

Cartier les diseñaba sus joyas; Louis Vuitton, artículos de piel y Rolls Royce, lujosos automóviles. Sólo comían en vajillas de porcelana de Royal Worcester o Minton y bebían en cristalerías de Lalique o Baccarat.



Los maharajás fueron también famosos por la ostentación de sus joyas. Les rendían verdadero culto, pues atribuían a las piedras preciosas una esencia mística provista de poderes. Algunas de esas piezas databan de la época de los mogoles, quienes las habían regalado a sus favoritas. Otras eran hechas ex profeso por las casas más importantes de joyería occidentales como Cartier, Boucheron, Van Cleef & Arpels, o Harry Winston.

'AL THANI COLLECTION'

En 2007, ocho magníficas piezas de joyería de estilo Art-déco que habían pertenecido a la Princesa malagueña de Kapurthala, fueron subastadas en Christie’s de Londres.

Según palabras de Amin Jaffer, director de Arte Asiático de la célebre casa de subastas, las piezas "unen el espléndido patrocinio indio con la mejor artesanía y diseño europeos". Entre ellas la esmeralda de medialuna recuerdo de una exótica historia de amor.

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