viernes, 25 de octubre de 2019

MARY CASSAT

Autorretrato (1880) Cassatt


Mary Stevenson Cassatt (1844-1926) nació en Allegheny ( Estados Unidos).

Formó parte de una familia acomodada en la que la educación era algo primordial, que concedía gran importancia a la cultura de viajar; gracias a los negocios de su padre pudo ya durante su infancia pasar cinco años en Europa, viajando a capitales como: Londres, París o Berlín, tiempo que aprovechó para aprender idiomas y recibir sus primeras clases de música y dibujo.



Para poder ser pintora, tuvo que luchar contra la oposición familiar; a mediados del siglo XIX su familia se trasladó a París, a Alemania, y después Italia, donde descubrió y se despertó su admiración por Rembrandt y Velázquez. A pesar de la oposición de sus padres, inició sus estudios de pintura en la Academia de Bellas Artes de Pennsylvania con sólo quince años de edad.

En 1866, insatisfecha con la enseñanza de la Academia, decidió estudiar a los viejos maestros del arte por sí misma, viajando de nuevo a París en compañía de su madre y algunos amigos de la familia. En aquel tiempo no era posible para las mujeres matricularse en la Escuela de Bellas Artes, por lo que estudió de forma privada con distintos artistas, y copió numerosas obras en el Museo del Louvre.

A fines del verano de 1870, al estallar la guerra franco-prusiana, hubo de regresar a Estados Unidos. Su padre continuaba resistiéndose a aceptar su vocación, por lo que le financiaba sólo sus necesidades básicas, pero no los materiales para su trabajo, que por otra parte eran muy difíciles de conseguir desde allí.

Expuso un par de cuadros en una galería de Nueva York, donde tuvo una buena crítica pero no vendió sus cuadros. Se trasladó a Chicago para probar suerte, perdiendo varias pinturas en el gran incendio de 1871.
En nuevo viaje a Europa en 1873, esta vez a España, visitó Madrid y Sevilla, donde realizó varios cuadros de temas españoles. Posteriormente se trasladó a Holanda, donde profundizó en la obra de Rembrandt.  En 1874, de vuelta a París, se puede observar una maduración en su estilo, a la que le llevó el estudio de los viejos maestros de los más importantes museos europeos, y de las enseñanzas de su maestro Camille Pissarro.

Ese mismo año una de sus pinturas fue aceptada por el jurado para ser expuesta en el Salón de París. Los críticos dijeron que sus colores eran muy brillantes y que sus retratos demasiado fieles para favorecer al modelo, ella a su vez sobre, apuntó las dificultades que una mujer encontraba para que sus obras fueran aceptadas en el Salón. Ese año se instaló definitivamente en París.

En 1875 tras de ver una obra al pastel de
Edgar Degas en el escaparate de una galería de arte, llegó a la conclusión de que no estaba sola en su rebelión. Además de Degas hizo una gran amistad con Renoir y Berthe Morisot.

En 1877, después de que dos de sus obras que había presentado al Salón fueran rechazadas, el propio Degas la invitó a exponer junto a los impresionistas, que tres años atrás habían comenzado a exponer sus obras de forma rebelde e independiente, participando en varias de sus exposiciones a partir de 1879. Permaneció unida al círculo de los impresionistas hasta 1886, descartando cualquier otro estilo, aunque a pesar de esto, no perdió su amistad con Degas y Berthe Morisot.

Su estilo evolucionó acercándose a la simple, pero honesta copia de la realidad, empezando a experimentar con varias técnicas, y en su trabajo posterior podemos observar que casi un tercio de sus pinturas nos muestran escenas domésticas y retratos de madres e hijos en íntima relación, especialmente a partir de 1900.



Trabajó también el grabado, con clara influencia japonesa.
La década de 1890 fue su época más creativa, exponiendo regularmente en las mejores galerías neoyorquinas, incluso se convirtió en modelo a seguir para jóvenes artistas norteamericanas a las que aconsejaba en sus carreras. Al iniciarse el nuevo siglo trabajó como consejera para varios coleccionistas de arte, a los que recomendaba que eventualmente donaran sus compras a los museos de arte norteamericanos. No obstante se la reconoció de forma tardía en los Estados Unidos.

 En 1891 exhibió una serie de coloridas pinturas entre las cuales destacan: «Mujer tomando un baño» y «El salón de belleza», cuadros inspirados en el arte japonés que fueron exhibidos en París un año antes.
 Fue en general hostil a los movimientos pictóricos posteriores, como el postimpresionismo, el cubismo y el fauvismo.

En 1911 fue diagnosticada de diabetes, reumatismo, neuralgia y cataratas, enfermedades que 1914, la obligaron a dejar de pintar, a pesar de esto, en 1915 aún tuvo fuerzas para contribuir con dieciocho pinturas para apoyar al movimiento sufragista. Murió en París, el 14 de junio de 1926.

























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